La propuesta que presenta este enfoque respecto a la concepción del hombre, es muy conveniente, pues muchas veces somos muy duros con nosotros mismos; los errores, las fallas, la felicidad entre otros, los ponemos en manos de los demás, cuando todas las herramientas las tenemos internamente, solo tenemos que buscarlas para poder asumir un cambio y una recuperación de nosotros mismos.
El confrontarnos con nosotros mismos, nos lleva a saber quiénes somos realmente, ya que siempre nos han enseñado a compartir con los otros, a pensar en los demás, a estar en compañía de alguien, y en el momento en el que estamos a solas, se generan todo tipo de crisis emocionales, es como si tuviéramos miedo de estar a solas con nosotros mismos.
Deberían enseñarnos desde niños a disfrutar esos espacios de soledad, pues son los que permiten reconocer lo que queremos y así probablemente nos equivocaríamos menos en las decisiones que tomamos en los diferentes aspectos de nuestras vidas.
En nuestra cultura la soledad es un sinónimo de abandono, pero en ocasiones al estar rodeado de mucha gente también se puede tener esa sensación, confirmando lo que mencionaba anteriormente; nuestras tristezas, alegrías y demás sentimientos están dentro de nosotros y no en manos de los demás.
Sería acertado que comenzáramos a disfrutar más de sí mismos, encontrando la tranquilidad y autosuficiencia que necesitamos, sin necesidad de depender y crear apegos, que más adelante nos podrían generar mayor dolor y frustración.
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