El conocimiento puede darse en diferentes niveles y estar integrado por distintas características: este puede darse por las experiencias personales que tenemos al interactuar con otras personas, incluso en las actividades que realizamos a diario, ya sean laborales o académicas, podemos intercambiar, adquirir o ¿por qué no? Complementar nuestro saber.
Pero la adquisición de este saber va más allá de un intercambio de conocimiento, ya que este requiere de procesos como el pensar, analizar, deducir, sintetizar diferentes teorías o situaciones que se nos presentan y que nos permitan llegar al verdadero conocimiento; no solo por lo que podemos captar en la interacción con los demás, sino por una comprobación de aquello que queremos llegar a aprender.
El hecho de conocer o saber sobre determinado tema permite que se generen en el ser dudas o inquietudes que lo lleven a investigar y a interesarse aun más en dichos temas, le permite tener herramientas para transformar su entorno, haciéndolo partícipe de un ámbito social y del medio en el que se encuentra.
Por otro lado el conocimiento no es solo todo aquello que se aprende en la academia, o en la interacción con los demás, también puede generarse en la relación que se da directamente con la naturaleza, el aprovechamiento de ella, el respeto hacia la misma; es lo que a mi modo personal de entender el saber, los que habitamos en las ciudades deberíamos aprender de aquellas culturas que en ocasiones las consideramos inferiores. La misma naturaleza nos enseña como deberíamos vivir pero al parecer nosotros no la queremos oír, y es solo cuando ocurren las grandes catástrofes que reflexionamos y queremos aprender el cómo relacionarnos con ella de forma adecuada. Pero poco a poco este aprendizaje se ha ido adoptando en las culturas “civilizadas”, esperando devolverle al medio ambiente todo aquello que ha sido extraído por el hombre.
kelly acosta
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